“El carbón aporta menos al cambio climático que la ganadería”
El presidente Gustavo Petro quiere acabar con la minería de carbón. “No hay minería del carbón responsable. El uso del carbón (...) entraña el cambio climático y la extinción de la vida en el planeta”, dijo en Twitter. Es una apuesta dura para Colombia, un país en el que el carbón aporta 2 puntos del PIB, alrededor de 100 mil empleos, y es uno de los dos productores más grandes de América Latina.
En su lucha contra el carbón, el gobierno Petro aumentó la carga tributaria del sector en 2022. Pero todavía es incierto cuánto podrá reducir esa producción en un país donde la economía de algunas regiones, como Cesar o La Guajira, todavía depende altamente de ese combustible.
Para discutir este tema, La Silla Académica entrevistó a Jorge Molina Escobar (JME), profesor asociado del departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia con sede en Medellín. Es autor de una decena de artículos sobre minería, entre los cuales está: “Legislación Colombiana de Cierre de Minas. ¿ Es realmente necesaria?”, que informa esta entrevista.
Jorge Molina Escobar (JME), profesor asociado del departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia con sede en Medellín
¿Qué diagnóstico hace del estado actual de la producción de carbón en el país?
JME: Colombia, en los últimos 35 años, ha venido creciendo en su producción de carbón. De esa producción, más de un 90 por ciento es para exportación. Esto quiere decir que Colombia no es un gran consumidor de carbón, como sí lo son países como Japón, Estados Unidos, Alemania o Francia, que lo usan en industrias diversas como las del acero y energía.
Nosotros entramos hace 30 años en ese mercado debido a que empezamos a ofrecer un carbón limpio, de buena calidad y a buenos precios, lo que les servía a países productores como Reino Unido, que ya empezaban a buscar formas de reemplazar sus minas, y eso nos hizo atractivos como exportadores.
Pero aún esa producción que aumentó es pequeña, comparada con otros países. China produce casi la mitad del carbón en el mundo. Colombia es el décimo o undécimo productor mundial, aun así no llega al 1 por ciento del total de carbón que se produce en el mundo.
Además, recientemente la producción del país ha bajado. Antes de la pandemia el país producía alrededor de 80-85 millones de toneladas de carbón al año, pero con el covid (que bajó la demanda) y el cierre temporal de algunas minas, esa producción bajó a 60 o 65 millones de toneladas.
Esto confirma un hecho: nosotros no somos grandes productores de carbón a escala global. En América Latina da la impresión de que somos grandes productores, porque los únicos otros países que producen son México, por sus minas en el norte, y un poco Brasil.
¿De qué tipo de minería estamos hablando?
JME: En esencia hay dos tipos de minería de carbón. La minería de cielo abierto y la minería subterránea o de socavón. Hay tres regiones que producen carbón en minería de superficie, que son La Guajira, el departamento del Cesar, y un poco también el departamento de Córdoba.
La minería de socavón se practica en unos nueve departamentos, principalmente Norte de Santander, Cundinamarca, Boyacá y Cundinamarca. Esta producción no alcanza a ser el 10 por ciento del total nacional, pues la mayoría del carbón del país sale exportado desde La Guajira y Cesar.
El presidente Petro dijo que no está interesado en reactivar nuevos proyectos de carbón. ¿Está de acuerdo con esa posición y cree que la respalda la evidencia?
JME: Como Colombia exporta casi la totalidad de su carbón, el que producimos realmente no aporta significativamente a las emisiones de dióxido de carbono del país. Claro, desde el punto de vista mundial, esas emisiones las terminan haciendo otros países que lo queman, como Alemania o Japón. Pero, en últimas, no son emisiones nuestras y allá tienen tecnologías para capturarlas.
Dentro del total de emisiones globales de gases de efecto invernadero, Colombia no aportamos ni siquiera el 0.5 por ciento de esas emisiones. En Colombia, de los 291 millones de toneladas de dióxido de carbono que producimos, la industria del carbón emite 4,1 millones de toneladas. Eso significa que la producción del carbón apenas aporta el 1.4 por ciento de las emisiones totales del país.
Otro elemento importante es que las estimaciones de las emisiones de industria del carbón están sobreestimadas. Si bien la UPME hizo consultorías para estimarlas; la base de estimación está aumentada de tres a cinco veces. Parten de suposiciones que distan significativamente de los estudios técnicos realizados en el país de contendidos de metano en los mantos de carbón. Ello implicaría que las emisiones reales y su contribución no son ni la tercera parte de lo publicado.
Si estamos hablando de reducir nuestras emisiones, deberíamos pensar en cómo reducir todas las emisiones, y no solamente atacar una industria que no aporta más del 2 por ciento de las emisiones. Hay otros factores que son más determinantes para el cambio climático, como el manejo de los residuos de basuras o la ganadería. En Colombia el carbón aporta menos al cambio climático que la ganadería.
Incluso si reactivaran los proyectos de Prodeco en Cesar, que traerían 15 millones de toneladas adicionales de carbón, estos apenas aumentarían las emisiones de metano en un 25 por ciento, no el doble, como se dice. ¿Eso qué tanto impactaría las emisiones totales de dióxido de carbono del país? Por mucho, el aporte de la industria del carbón llegaría a un 1,7 por ciento de las emisiones totales.
En el mundo, las emisiones vienen dadas en un 70-75 por ciento por la producción de energía. En China y Estados Unidos es el 90 por ciento. Es por eso la razón fundamental por la cual el mundo habla de transición energética. Pero ese no es el caso de Colombia. En nuestro país la energía solo aporta un 25 por ciento de las emisiones. Lo que si realmente aporta es la agricultura y la deforestación que es casi un 70 por ciento. El eslogan en Colombia ahora es la transición energética. Si logramos reducir a la mitad e 10 años, esto no es sensible en el global del país. A la transición energética en Colombia hay que colocarle dos apellidos y en mayúscula, y es la transición a una agricultura y ganadería sostenible y frenar las 200 a 250 mil hectáreas por año de deforestación. Aquí es donde está el esfuerzo grande y de esto poco se habla.
Profundicemos en los proyectos parados de Prodeco (en Cesar), que se encontraban entre las minas más grandes del país. ¿Por qué no se han reactivado desde 2020?
JME: El contexto de estas minas es que cerraron durante la pandemia. Eran las minas de carbón de La Jagua y Calenturitas, conocidas también como las minas de Prodeco. Producían 15 millones de toneladas de carbón al año. En este caso fue la misma empresa la que presentó las razones para no continuar con la operación.
Esta decisión tuvo un efecto muy grande en el Cesar, donde la economía del carbón puede representar alrededor del 40 por ciento de la economía local. El golpe inmediato fue en los empleos, pues ambas minas tenían más de 2 mil trabajadores, entre los cuales estaban unos 200 ingenieros. Como resultado quedaron unas 2.500 familias cesantes.
La suma de lo que se dejó de producir de carbón con el cierre de este proyecto de Prodeco (15 millones de toneladas) más la baja en la producción de Cerrejón (10 millones de toneladas) explica en gran medida por qué Colombia no ha recuperado el ritmo de producción que traía antes de la pandemia.
¿Qué otras cifras respaldan, para usted, la apertura de nuevos proyectos en minería de carbón?
JME: Si miramos las cifras, el espacio físico que ocupa la minería de carbón, incluyendo los proyectos en La Guajira, Cesar y los proyectos piloto de Córdoba, ese espacio no alcanza a ser de más de 100 mil hectáreas. Eso es mucho menos del 0.1 por ciento del territorio colombiano. Ese 0.1 por ciento está emitiendo el 1.4 por ciento de aumento de todos los gases invernadero del país. La extensión ocupada por la minería cielo abierto por casi 40 años es equivalente a lo que se desforesta en menos de seis meses en el país y no se compara con más de 6 millones de hectáreas degradas en el país.
Por su parte, la agricultura y la ganadería ocupan más de 40 millones de hectáreas, es decir, ocupan el 40 por ciento del país, y producen el 70 por ciento de los gases invernadero. Ese contraste es interesante porque ese 0.1 por ciento del territorio en carbón está produciendo el 30 por ciento de las exportaciones, empleos directos de más de 100 mil personas y el 2 por ciento del PIB de Colombia. El 40 por ciento del territorio, dedicado a la agricultura y la ganadería, no produce ni el 7 por ciento del PIB. Acabando el carbón casi no bajamos las emisiones contaminantes del país.
Desde el 2013 se viene desincentivando la producción de carbón a nivel mundial. Muchas empresas, consecuentemente, cerraron minas, pero resulta que el consumo de carbón no ha bajado, por el contrario, sigue creciendo levemente en el mundo.
¿Cómo se le dice a un país como Sudáfrica, que no tiene petróleo, que no use más carbón, si parte de su economía es el carbón y saca su gasolina a partir de carbón? A esto se suma que los precios del carbón nunca han estado tan buenos como en los últimos dos años, especialmente del carbón metalúrgico. Mientras haya mercado para el carbón, la producción se va a mantener.
Otra crítica que ha hecho el gobierno es que la minería de carbón es peligrosa, en referencia al accidente en Sutatausa que dejó 21 personas muertas en marzo. ¿Está de acuerdo con esa lectura de la minería de carbón como una actividad riesgosa?
JME: Es cierto que la minería de carbón ha dejado en promedio, en los últimos 10 años, alrededor de 100 muertos al año en todo el país. Ahora, si uno profundiza en dónde están esas muertes, encuentra que alrededor del 95 por ciento se encuentran en la minería de carbón de socavón y subterránea, al interior del país.
En contraste, la minería del Cesar y La Guajira tienen estándares de seguridad industrial muy altos, ni siquiera porque Colombia los pida, sino porque los compradores de carbón del mundo así lo exigen. Eso no ha hace exenta de accidentes, como los cuatro muertos, en 2010, en Cerrejón.
Entonces, cuando uno se enfoca en dónde están los accidentes, se encuentra que las causas de estos, en un 70 por ciento, se dan en las industrias de minería de socavón y por dos factores: por caída de bloques y por explosiones. ¿Por qué seguimos explosión tras explosión sin que se resuelva ese problema? No es un tema de regulación. Eso tiene que ver con que realmente no hay la capacidad institucional para exigir que la actividad minera se practique con estándares altos de seguridad y que los empresarios aumenten su compromiso demostrado en inversiones en seguridad y entrenamiento.
¿Pero qué opciones hay para que la minería de carbón emita sea menos contaminante? En algunos artículos académicos usted insiste en que es posible.
JME: Sí, que la industria de la minería del carbón no tenga un impacto significativo sobre las emisiones totales del país de gases de efecto invernadero, no quiere decir que no se puedan implementar medidas para reducir esas emisiones. Los mineros sí tienen una posibilidad de quemar el metano que emiten antes de que salga a la superficie. Una tonelada de metano es diecinueve veces más contaminante que una de dióxido de carbono, así que si los mineros quemaran ese metano antes de emitirlo a la superficie, habría una reducción del 90% con un gran avance.
¿Por qué no se quema actualmente el metano?
JME: Porque no hemos incurrido en esas tecnologías. Hay tecnologías que están promoviendo las Naciones Unidas desde hace veinte años, y aún ninguna mina en Colombia las ha incorporado. Entonces es un tema tecnológico de quemar el metano, así sea sin beneficios energéticos. Si no se puede quemar, también se puede capturar, por ejemplo, con un programa de compensación en reforestación de cierto número de hectáreas que se encargue de capturar ese metano equivalente en dióxido de carbono. Sólo una hectárea nos da fácilmente un promedio de 25 a 30 toneladas de carbón capturadas por año. En diez años, son 250 toneladas.
¿Cómo ve la propuesta del proyecto de reforma al Código Minero? ¿Qué efectos tiene para la industria del carbón?
JME: En este país, en general, no seguimos las leyes ni las reglas. El gobierno no tiene las capacidades para garantizar su aplicación, y los que hacen la minería pequeña, ancestral y artesanal, tampoco siguen del todo tampoco siguen las reglas, a no ser que se trate de empresas organizadas. Entonces, eso me hace un poco escéptico con lo que una nueva reforma pueda hacer para mejorar las emisiones o la seguridad de la minería de carbón.
Por ejemplo, desde 1969 hasta la fecha llevamos 14 programas de formalización minera y ninguno ha sido exitoso. En el tema de la seguridad minera, se han creado decretos como el 1335 de 1987 y uno nuevo en 2014 de seguridad minera de minas subterráneas. Los dos decretos son casi iguales, pero igual no han hecho mucho para mejorar la seguridad minera del país. Las estadísticas son iguales o peores. Una nueva ley no resuelve los problemas, y seguimos teniendo los problemas de explosiones, como las que se han dado en Sutatausa y Cucunubá.
Una explosión de metano ocurre cuando el metano está por encima del 5 por ciento. El metano es un gas que no huele, que no tiene sabor y que no es visible, la única forma de medirlo es con instrumentos. Mientras tanto, en este país la ley dice claramente que hay un máximo de 1 por ciento en las minas, después del cual no se pueden tener personas: la ley está excelente, los instrumentos están excelentes, pero los trabajadores no hacen caso de estas disposiciones.
Fuente: lasillavacia.com / Camilo Andrés Garzón - Mayra Robles Silva