Cesar: ¿qué pasaría sin minería de carbón?
Minería a cielo abierto Foto:CNRLa propuesta del tren multimodal requiere la articulación con distintas entidades.
En el Cesar piden que transición energética se haga respetando la calidad de vida de las comunidades
La economía del Cesar depende en un 50 por ciento de la actividad minera. Esta cifra se eleva al 80 por ciento en los cinco municipios de influencia de extracción del carbón: La Jagua de Ibirico, Agustín Codazzi, Becerril, El Paso y Chiriguaná.
Este departamento, junto con de La Guajira, produce el 90 por ciento del carbón colombiano, una actividad que para el 2022 le significó al país un aporte de 2,99 billones de pesos, es decir 135 por ciento más frente a los aportes del 2021 y 439 por ciento por encima de los aportes de 2020. En esa misma línea está el impacto laboral que, tan solo en el corredor carbonífero del Cesar, representa 12.000 empleos directos y 60.000 indirectos.
Según la Asociación Colombiana de Minería (ACM), si se buscara reemplazar los recursos que genera la actividad del petróleo y el carbón en Colombia, sería necesario duplicar todo el sector manufacturero en el país, incrementar en seis veces la actividad de construcción o en 11 veces el agro.
Tanto la comunidad como las organizaciones de la zona, incluida la academia, coinciden en que la transición es necesaria, pero no va a ser posible sin el apalancamiento de los recursos que hoy por hoy genera la actividad minera, y que no solo son el sustento de miles de familias en la región, sino que también significan oportunidades de desarrollo.
Actualmente, en este corredor operan dos empresas de extracción de carbón a cielo abierto: Drummond y Colombian Natural Resources (CNR). Prodeco, otra de las mineras, cesó sus operaciones en 2021 y sacudió la dinámica económica y social de la región. Significó, por ejemplo, la pérdida de unos 5.000 empleos directos en el área de influencia. Y aunque las otras mineras acogieron parte de ese personal, en municipios como La Jagua se habla de crisis.
Por eso, pensar en dejar de contar con los recursos que traen las operaciones mineras vigentes en el Cesar, sin que haya una transición planificada, preocupa a la región.
Luego de iniciar operaciones en 1995, y de generar actualmente cerca de 11.000 empleos directos, en estos 28 años de operación, Drummond ha hecho inversiones por más de 203.000 millones de pesos en programas de alto impacto social en el área de influencia.
Becas de estudio, construcción de aulas de clase, centros de salud, apoyo en la consecución de vivienda para la población vulnerable, alfabetización para los adultos mayores, programas de reforestación y de desarrollo empresarial hacen parte de sus acciones.Juan Pablo Arteaga, vicepresidente de Responsabilidad Social de Drummond, explica que estas iniciativas se dan gracias al Plan de Gestión Social de la minera, con el que se identifican los temas relevantes de la región y las maneras de incidir en el desarrollo.
“Esto se traduce en que no solo es lo que a la empresa le interesa, sino lo que la gente necesita”, explica Arteaga. De este plan también surgió una Incubadora de Emprendimientos, que le apunta a diversificar la actividad económica en el territorio. Es decir, su foco está en darles herramientas a las comunidades para que desarrollen actividades diferentes al carbón, como aporte a una transición. Gelca Patricia Gutiérrez Barranco, rectora del Área Andina de Valledupar, asegura que este proyecto es uno de los de mayor envergadura en el departamento.
“La verdadera tarea de municipios productores de minerales como el carbón es diversificar su actividad económica, y eso lo está haciendo Drummond. Es importante abrir la conversación a un sector que es determinante en el departamento para saber cómo lograr hacer una diversificación efectiva en el marco de la transición”, concluye Gutiérrez.
Un hecho que sacudió
La Jagua de Ibirico fue el municipio más afectado con el cese de las minas de La Jagua y Calenturitas, de Prodeco. Anuar Mier, un hombre de 42 años, esposo y padre de dos hijas, una de ellas en la universidad, es uno de los rostros del impacto de la ida de la minera. Él manejaba los camiones en los que se saca el carbón y, aunque se sostuvo con la indemnización por un tiempo, cada día que pasa aumenta su preocupación. “Hay noches en las que me levanto con ataque de pánico, sin saber bien qué voy a hacer. He enviado hojas de vida y lo sigo haciendo”, expresa preocupado Mier, quien perdió uno de los cerca de 5.000 empleos directos que generaba la minera.
Según cuenta la misma comunidad, no solo se perdieron esos puestos laborales, también las ventas de los negocio del pueblo han disminuido, lo que ha llevado al cierre de muchos de ellos.
“Estamos muy preocupados porque sin la minería, la economía de La Jagua se iría en picada. Con el dinero del carbón logramos electrificar en un 95 por ciento la parte rural del municipio; desde el 2012 hemos hecho cerca de 3.000 viviendas rurales y hay más de 2.000 jóvenes de La Jagua que están becados en las mejores universidades del país, y todo producto de las regalías”, explicó Ovelio Jiménez, alcalde de La Jagua de Ibirico.
El mandatario local también asiente en que la transición debe hacerse en algún momento, pero debe pensarse y planearse. “Antes de la salida de Prodeco, La Jagua recaudaba cerca de 23.000 millones de pesos en el impuesto de industria y comercio, de esos, entre Prodeco y Drummond representaban cerca de 18.000 millones en promedio”, dice el mandatario, y llama la atención: “Ya hay crisis con el cese de Prodeco y si Drummond desapareciera, La Jagua se iría en caída libre, sería un municipio inviable”, sentenció.
A raíz de la coyuntura de Prodeco, La Jagua dejó de percibir, en los últimos cuatro años, unos 120.000 millones de pesos en regalías, lo que se traduce en obras y programas sociales que se dejan de realizar. Precisamente, Juan Camilo Nariño, presidente de la ACM, advierte que la transición energética no se puede ver como un fenómeno aislado de la seguridad económica.
“El avance hacia una transición requiere que se haga de manera justa y ordenada, priorizando el bienestar de las familias que dependen de la actividad extractiva, al tiempo que continuamos, desde el sector, con el compromiso de garantizar prácticas sostenibles, a través de los más altos estándares, generando bienestar a los territorios y al país, a partir de nuestra riqueza geológica”.Con él está de acuerdo Mier, quien reclama políticas serias para hacer la transición. “Que se haga respetando la calidad de vida de la gente de acá, porque somos familias y personas las que debemos hacerle frente a esto”, señala.
Tren, oportunidad para la transición energética
En las minas de El Hatillo y La Francia, en el municipio de El Paso, no solo hay carbón, sino también innovación y resiliencia.
La minera Colombian Natural Resources (CNR), empresa ciento por ciento colombiana, tiene la claridad de que estas minas están en su último ciclo productivo y, en ese contexto, se proyecta realizar allí una transición energética justa con el ambiente y con las comunidades.
El proyecto que sostiene esta iniciativa se llama Patria Energética y tiene como propósito convertirse en un referente a nivel mundial en temas de transición desde tres frentes: restauración y conservación ambiental, reconversión productiva de activos e investigación y desarrollo.
La reactivación del tren será la forma de hacerlo, acorde además con la propuesta del nuevo Plan Nacional de Desarrollo de recuperar los trenes nacionales y generar conexiones entre ellos para así también conectar al país.
A la fecha, los trenes de CNR operan en el corredor Santa Marta-La Dorada y cuentan con 15 locomotoras y 528 vagones disponibles para la operación, además de una voluntad, literalmente, férrea de impulsar la competitividad de la región más allá de las posibilidades que le brinda la minería.
“El territorio donde operamos tiene una oportunidad inmensa de hacer una reconversión productiva de los activos mineros, como lo es el tren, que anteriormente les prestaba el servicio de transporte solamente a las mineras, pero que ahora puede expandirse a ser un tren multimodal de carga, es decir, transportar café, papel, varillas, cemento y productos del agro, entre otros”, explicó Alejandro Echavarría, vicepresidente de Sostenibilidad de CNR.
El directivo le augura un futuro próspero al Cesar con los trenes funcionando, especialmente en el centro del departamento, donde operan las minas. “Con los trenes podemos pensar en traer actividades industriales y agroindustriales, pero también de turismo y recreación”, afirmó Echavarría.
Para CNR, este proceso implica una transformación profunda en el componente sociocultural de la zona, por lo que Patria Energética trabaja estrechamente con la academia, la sociedad civil y los gobiernos locales.
En ese contexto, ha sido determinante la alianza con la Universidad Nacional, sede La Paz. Jaime Andrés Pérez, director académico de la institución, resalta: “Valoramos querer dar la apuesta por una transformación basada en el conocimiento porque esta no es una discusión de claro y oscuro, sino que tiene que ser basada en los datos y lo que viene para el futuro”.
Entre las varias acciones que implica este trabajo conjunto está la de involucrar a los estudiantes en el proceso y llevar espacios de formación y diálogo a los municipios. Es así como el centro educativo destaca el hecho de que se esté pasando “de los escritorios a los territorios”.
Andry Aragón, alcalde de El Paso, valora los aportes de la minera en la región, más allá de las oportunidades laborales que generan. “Si no tenemos minería, vamos a quedar con una situación difícil. Si la empresa no existiese, ¿cómo quedaríamos?”, dice Aragón.Para el propósito de la transición y la posibilidad de que el tren traiga, hacia el futuro, nuevas opciones económicas, es necesario hacer uso de lo que ya genera la explotación carbonífera en esta zona.
“El carbón y los recursos que tenemos en el subsuelo son los que deben financiar la transición justa y continuar satisfaciendo las necesidades de las comunidades del territoriomientras se encuentran nuevas formas de hacerlo”, sentenció Echavarría, vicepresidente de Sostenibilidad de CNR.
Así también lo expresa José Luis Urón, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Valledupar, quien señala la importancia de la minería en la región y acepta que la transición debe hacerse, pero no de la noche a la mañana.
“Requiere un compás de espera para establecer otras empresas con otras apuestas productivas en el departamento. Los últimos 30 años hemos vivido de la explotación del carbón, y las mineras les han aportado al desarrollo y a la paz del territorio”, concluyó Urón.
Fuente: Eltiempo.com